Le robaron a Quito un punto de energía
- Dasha Sánchez Maximova
- 13 mar 2017
- 3 Min. de lectura

En plena la Plaza Grande, estaba una placa de bronce grabada con el sol andino, la máscara del sol de la cultura costera Tolita, que simboliza al jaguar y al poder del Sol dentro de la Tierra. (...) Hoy ya no está. Le robaron a Quito un punto de energía. Le cercenaron algo de su magia. Y desde la ciudad, como órgano vivo, pido respuestas.
En los paseos cotidianos por la ciudad siempre me he asegurado de mostrar a mis conocidos un pequeño punto de energía de la ciudad, en plena la Plaza Grande, una placa de bronce grabada con el sol andino, la máscara del sol de la cultura costera Tolita que simboliza al jaguar y al poder del Sol dentro de la Tierra. Y este domingo 12 de marzo, bajo la luna llena y en medio de la lluvia, quise hacerlo de nuevo, pero en vez de la hermosa placa dorada, solo estaba un agujero sucio y vacío. El punto de energía no está. No hay ninguna nota, ningún aviso de desaparecido, se fue sin que los que centenares de individuos que transitan a diario por la plaza parecieran notarlo. "Ni me he dado cuenta", - dijo un vendedor de periódicos antes mi desesperación de sacarle fotos al espacio vacío.
Le robaron a Quito un punto de energía. Le cercenaron algo de su magia. Y desde la ciudad, como órgano vivo, pido respuestas.


Quito es una ciudad singular, misteriosa, con una herencia milenaria de espiritualidad. Pueblo tras pueblo en el devenir de la historia, la escogieron para establecer sus templos y por tanto la convirtieron en centro de su fe. Y no es coincidencia. En Quito confluyen puntos astronómicos establecidos en la geometría sagrada y bien reconocidos por los pueblos precolombinos. La ciudad se eleva sobre un eje energético. Hay varias evidencias históricas de ello, por ejemplo que algunos de los sitios precolombinos más sagrados están alineados, como: las pirámides de Cochasquí, el Yavirak (Panecillo), la loma de San Juan (antiguo templo de la luna), las lagunas de Mojanda y los montes Imbabura y Atacaso.
Un esloveno, en 2002, describió a Quito como "una columna vertebral energética de un canal que conecta al Océano Atlántico con el Pacífico". Este artista, de nombre Marko Pogacnik, además de dotado escultor es un conocedor de las energías y de sus flujos. El hace "acupuntura a la tierra", y para ello, cual si fueran agujas, usa grandes monolitos de piedra y placas de bronce, de allí el nombre de su arte: litopuntura. Así, marcó los puntos de energía que detectó en Quito, esculpiendo 11 monolitos de piedra y placas de bronce en áreas públicas, para capturar la energía vital de la ciudad y ponerla a consideración de sus pobladores y del cosmos.
Estos puntos se encuentran en el Parque el Heraldo, Parque La Carolina, Parque la Circaceana, Parque Matovelle, Plaza Grande, El Panecillo, Parque La Magdalena, Parque Santa Anita 2, Parque Chillogallo, Parque Itchimbía y el Parque Machángara (El Sena).
Desde entonces su obra ha intrigado a los quiteños y visitantes curiosos. La más conocida seguramente, se encontraba hasta hace poco en plena la Plaza Grande.
¿Dónde está? ¿Quién lo robó? ¿Por qué en su lugar solo queda un agujero sucio?
¡¡¡¡Urgente!!!! A quien pueda ayudar: a las autoridades municipales, a los artistas, a los arqueólogos, a los semiólogos, a los historiadores, a los transeúntes. En Quito, queda un espacio vacío que añora su símbolo.
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